
Desde 1968, del 18 al 25 de enero celebran las iglesias cristianas, la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, una iniciativa del Consejo Mundial de Iglesias que viene trabajando desde ya bastantes años en el avance del ecumenismo entre las iglesias cristianas.
Dios, que es el Padre de todos, tiene un gran dolor en su corazón al ver que sus hijos no estamos unidos. Este es el dolor de Dios, que sus hijos, llamados a ser hermanos, estemos distanciados, separados, desunidos. Nada como esta desunión lleva al corazón de Dios tanto dolor. Somos distintos unos de otros, pero no podemos estar distantes. Por eso oremos porque esas distancias se acorten y la unidad se acerque cada día más.
Os invito a que en esta semana incluyamos en nuestro tiempo de oración una plegaria al Padre pidiéndole que no se desespera, que nos ayude a encontrar todos los cristianos caminos de entendimiento y para no estar distantes aunque seamos distintos.
En un momento en el que las preocupaciones en materia de salud pública ponen límite a las reuniones físicas, esta es una oportunidad que Dios nos da para que las iglesias nos reunamos gracias a una práctica típicamente cristiana muy anterior al transporte moderno: la oración.
Os propongo que a lo largo de esta semana de oración por la unidad de los cristianos hagamos nuestra esta plegaria que tiene sabor ecuménico:
«Espíritu Santo, fuego vivificador y aliento suave, ven y permanece en nosotros.
Renueva en nosotros la pasión por la unidad, para que podamos vivir conscientes del vínculo que nos une a ti. Que todos los que nos hemos entregado a Cristo en el bautismo nos unamos y demos testimonio de la esperanza que nos sostiene. Pero, a menudo, nosotros, Señor, tememos la diferencia, nos centramos en nosotros mismos, se desvanece nuestra confianza en ti, y la enemistad aumenta entre nosotros. Ven, Señor, y dirige de nuevo nuestros corazones hacia ti. Concédenos vivir de tu perdón para que podamos caminar unidos alabando tu nombre«