
Sin duda, la afluencia más numerosa este año en las celebraciones de la Semana Santa, es una de las notas a destacar en esta edición. Ha favorecido esta mayor asistencia de feligreses el hecho de que muchos, que otros años salían de Madrid, bien a sus segundas residencias o a sus pueblos se hayan tenido que quedar en la ciudad por las restricciones impuestos por las autoridades.
Claro que las celebraciones litúrgicas sí estuvieron condicionas fuertemente por la pandemia. El Domingo de Ramos no se pudo hacer la tradicional bendición de los ramos fuera del templo y tener la pequeña procesión por el exterior para continuar la celebración en interior del templo donde se proclamó la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Hay que tener en cuenta que este domingo que es la puerta que abre la celebración de los grandes misterios de nuestra fe, además de llamarse Domingo se Ramos, se denomina también <de la Pasión del Señor>.
Con la ayuda de algunas sacerdotes del Colegio Agustiniano, el lunes santo tuvimos una sencilla celebración penitencial con confesiones individuales.
El monumento, que todos los años se monta sobre el altar de la capilla, se tuvo que colocar al lado izquierdo del altar para evitar que las personas que quisieron participar de la posterior Hora Santa llenaran el espacio y no se pudieran respetar las obligatorias distancias entre las personas.
En las celebraciones del Jueves Santo y en las de Viernes Santo nuestro templo parroquial estuvo muy cercano a superar el aforo permitido. Menor asistencia hubo en la noche del sábado para la Vigilia Pascual, que también hubo que ajustarla a las condiciones de la pandemia al no poder tener el momento de compartir de la comunidad parroquial en los salones con el ágape que en aquellos tiempos de la vieja normalidad era ya una tradición.
Como novedad, este año, habría que destacar que, en la mañana del sábado santo, a tono con el espíritu litúrgico de la jornada, de silencio y meditación en espera de la celebrar la resurrección, se tuvo en el templo un acto denominado María Crucis que tuvo una discreta asistencia de veinte personas. Contemplando a María, de regreso a su tras la sepultura de Jesús, el párroco fue desgranando los momentos dolorosos la Madre del crucificado. También resaltar que el Vicario de España de los Agustinos Recoletos, el P. Lorenzo Pérez, acompañó a nuestros sacerdotes en el altar en las celebraciones del viernes y del sábado.
La feligresía, finalizada la celebración de la Vigilia Pascual, se felicitaba las pascuas y expresaba el deseo de que el año que viene estemos en mejor condición de celebrar una Semana Mayor sin restricciones y con toda solemnidad. Esperemos que para entonces la pandemia ya no nos impida celebrar como se merece esta Semana Grande los creyentes en Jesús.